Hace un tiempo que no les cuento
alguna historia de mis días de chaval. Bueno pues hoy les llego ese día. Les
contaré mi método infalible para vencer los miedos. Un método que vengo usando
desde la adolescencia y que ha funcionado, aunque no siempre como esperaba.
Para los que no conocen mi historia soy un jibarito del pueblo
de Naranjito. Crecí para aquella peligrosa época donde los autos no tenían
cinturones de seguridad, corrías bicicleta sin casco, jugabas baloncesto en
medio de la carretera, no habían teléfonos para llamar al 911 si a alguien tenía
un accidente o de daba un tate quieto, no habían Playstation, Nintendo 64,
Xboxes, Juegos de vídeo, 99 canales de televisión en cable, videograbadoras,
sonido surround, celulares personales, computadoras, fax y menos Internet.
En fin, esa esa época donde los rusos eran el demonio y había que odiarlos,
aunque no conociéramos quienes eran ni donde carajo estaba Rusia.
Era la década de los 70 cuando llegue a mi adolescencia, esa terrible etapa de la vida donde eres demasiado viejo para ser niño y demasiado joven para ser
hombre. Ese tiempo donde la sociedad te exige que demuestres a todos y a ti
mismo que eres capaz de todo y que ya estás listo para ser un hombre, aunque
fueses un pendejo. Fue para finales del 73, muy adelantada a su tiempo
que estrenó la película de terror norteamericana el Exorcista. Con
2 Oscars y 4 Globos de Oro para una película de terror era
mucho decir pues como ahora siempre ganaban Oscar los dramas, en fin, que la función prometía. Fue todo un acontecimiento, hubo
protestas de la parte de la sociedad que seguía a la iglesia católica que en
ese tiempo aun gozaba de mucho poder. Los curas estaban iracundos con el tema y
no faltaban los sermones en contra de la película.
Bueno que la película era para como dirían en el campo para cagarse. Pues
el hijo de mi madre decidió ir para que no le contaran y me toco ir solo pues
todos los amigos se rajaron a última hora. Ya no presagiaba bien la función
para mí, pero si algo soy es testarudo. Fui un sábado de matiné porque
después lo seguía para una Jarana(fiesta,party) a bailar. Vi la película con
todo el terror que prometía la promoción. Entre los gritos de la audiencia y
los de la película ya sabrán como estaban los nervios. Fueron unos cuantos los
que se fueron a mitad de película. Es definitivo, no hay cosa más atemorizante que
lo desconocido. Una vez visto el monstruo es más fácil lidiar con él
porque ya estableces estrategias de escape, pero ¿si no sabes que te
puede atacar como estableces las estrategias? ¿Estresante verdad?
Asustao salí de allí sacando pecho de
que la había visto pero cagao del miedo no me atrevía mirar a la
iglesia que estaba al lado del cine por si acaso salía la niña o el mismo
demonio mirando por la ventana.
Para ese tiempo ni soñar que tendría carro así que me fui para a Jarana en pon
al local que quedaba al otro lado del pueblo. La fiesta estuvo media aburrida
me imagino que los que fueron a ver la película se fueron para la casa como
alma que lleva el diablo.
Bueno, bueno,
que no había animo de fiesta, los nervios te traicionaban. Salí de allí cerca
de las 10pm cuando un amigo me acerco hasta el pueblo. Esta es la
parte en la que no pensé cuando me tiré la maroma. En el pueblo tenía que coger
otro pon(aventón) para llegar al barrio. Para esa hora no había ni un alma en
la plaza y el pon se tomaba al lado de la iglesia, joder al lado de la iglesia,
si, no sé cómo se me pasó ese detalle.
Para ese tiempo pocos tenían carro, no como ahora. Allí estuve cagao esperando
un alma caritativa hasta que una hora más tarde pasó un desconocido que se
apiadó de mí y me llevo hasta la entrada el barrio. De allí hasta mi casa eran
como 2 millas de cuestas, curvas, cantidad de lugares oscuros y cruces al lado
de la carretera por esa condená costumbre de hacer altares donde
fallecía alguien. Así que ahí estaba yo de nuevo, solo, apendejao y a
pie de nuevo.
Fue ahí, que como que me cansé de estar nervioso y pensé, pero si esto es una
película porque carajo tengo tanto miedo. En ese tiempo no habían los behind the scene” y/o
tras las cámaras que te enseñaban como se hacían las películas. Allí estaba yo de nuevo, solo, más solo que el
uno.
Comienzo a trabajar con mi mente,
nada que me canse de tener miedo y decido que tengo que vencer mis miedos y
para eso debo enfrentarlos. Sabiendo que no pasaría un carro en muchas horas es
que decido tirarme a pie para mi casa. Empiezo a caminar repitiendo en mi mente
el mantra, "tengo que vencer mis miedos", "tengo que vencer
mis miedos", "tengo que vencer mis miedos". Estaba funcionando,
perfecto. Ya camina erguido, sacando pecho, mirando al frente, sin miedo,
me sentía todopoderoso.
Así pasé bastante bien la primera parte del trayecto, "tengo que vencer
mis miedos", "tengo que vencer mis miedos", "tengo que
vencer mis miedos", hasta que llego a un área oscura cubierta de árboles,
oscura que no veías ni tus manos al frente y en eso recuerdo que le seguía uno
de los altares con la cruz más grande de todas. Me empiezo a acordar del
muerto, mi corazón empieza a latir más rápido, va creciendo la ansiedad, la
mente ya no es capaz de repetir el mantra.
Empieza una de las cuestas más largas y empiezo yo a acelerar el paso y a
repetirme el mantra, "tengo que vencer mis miedos", acelero el
paso, "tengo que vencer mis miedos", empiezo a trotar, "tengo
que vencer mis miedos", arranco a correr como un desesperao ya
casi gritando, "tengo que vencer mis miedoss", "tengo que vencer
mis miedoosss", "tengo que vencer mis miedoooossssss".
Te juro que un par de veces vi la nena corriéndome en cuatro patas siguiendome de cerca.
Subo barriendome en
las curvas aquella cuesta en tiempo record y empiezo a bajarla con un
viaje que pensaba que me iba a desbocar. La cuesta era tan empinada que no
podía parar,
carajo, no podía ser que me librara de la nena demoníaca y
terminara dándome la pelá de la pasión o comiéndome los dientes en esta carrera
de vida o muerte.
Nada, que finalmente llegue asfixiado a casa, pitando de una fatiga que me duro
tres días.
Aprendí. Aprendí mucho. Aprendí que el
miedo es una emoción primitiva, ancestral diría yo. Que es capaz de limitar nuestras capacidades, nuestra vida misma afectando nuestra percepción de las cosas y la forma en que nos vemos
ante ella. Aprendí que se pueden dominar los miedos porque, aunque muerto de
miedo, logre hacer la ruta a salvo. Entendí que los valientes también temen,
solo que ellos no se paralizan, salen corriendo antes que yo y después sacan pecho y no cuentan esa parte en que se sintieron tan
vulnerables.
También aprendí, muy importante, que con miedo corro
más rápido que Usain Bolt y que la nena del Exorcista, jajaja.