Lo que hoy les presento es parte de un estudio realizado por la Gisela E. Báez Toro de la UPR RUM en Mayaguez. A Isla de Mona se le reconoce como la Galápagos del Caribe, por su gran variedad de especies endémicas muy bien adaptadas a un ambiente bastante inhóspito. Espero que esta reseña sirva para crear conciencia de que debemos proteger nuestros recursos naturales para las futuras generaciones.
Por lo general, muchos pensamos que la Isla de Mona es sólo algo remoto, inaccesible y con poco valor. Sin embargo, la realidad es otra. La Isla de Mona es un ecosistema único y una de las reservas ecológicas más importantes del Caribe, reconocida mundialmente.
Este paraíso caribeño se enfrenta a una gran crisis existencial y esto se debe a tensiones creadas entre inmigrantes ilegales, científicos, turistas, pescadores y políticos. Las hostilidades entre estos grupos amenazan con trastornar y perturbar el frágil equilibrio ambiental de la Isla. Se desconocen los valores históricos, arqueológicos, arquitectónicos y ecológicos que la isla posee. Ignoramos, que su importancia ha surgido a través del tiempo y que día a día la isla se ha visto amenazada como producto de transformaciones sucesivas y de la explosión poblacional humana, lo que ha traído cientos de plantas, y especies animales no nativas (cabros, cerdos, perros, gatos), que están amenazando con devastar la vida endémica de la Isla. Al mismo tiempo, los pescadores han estado utilizando estas aguas para el comercio de peces, muchos de éstos en peligro de extinción. Esto revela la ignorancia humana que abre camino a la destrucción de la naturaleza de un lugar, en este caso, las Isla de Mona y Monito.
Esta Isla como Reserva Natural, se fundamenta como ecosistema único y particular del Caribe. La diversidad de ecosistemas y las áreas libres de perturbación humana que ofrece la naturaleza del lugar, unido a lo inaccesible de éste, han sido un recurso científico de vital importancia a través de los años para estudiar e investigar a grandes rasgos la biología, geología y arqueología de las islas de Mona y Monito. La asombrosa variedad de especies de vida animal es lo que ha cautivado a los científicos y visitantes de la Isla. El 70% de los reptiles, el 33% de los crustáceos, el 20% de las arañas, el 11% de las plantas terrestres, el 6% de los insectos, no viven en ninguna otra parte del mundo. Entre éstos se encuentran la Iguana de Mona, el Coquí de Mona, la Boa de Mona, Gecko de Mona y Monito, murciélagos y cientos de comunidades de aves marinas como lo son: la Mariquita de Mona, la fragata, gaviotas y, peces nativos y migratorios tales como tortugas marinas, langostas, carruchos, entre otros.
Los esfuerzos por explorar y proteger la Isla de Mona como laboratorio natural comenzaron tan temprano como en 1914 con el Estudio Científico de Puerto Rico y las Islas Vírgenes auspiciado por la Academia de las Ciencias de New York, el Museo de Historia Natural y la Universidad de Puerto Rico. Desde ese momento hasta hoy día la actividad científica ha aumentado considerablemente en la Isla de Mona. Los científicos que se dedican a investigar provienen de todas partes del mundo. Pero, la importancia de esta actividad científica no sólo estriba en las investigaciones y observaciones hechas a través de los años, sino lo esencial es cuán efectivas han sido. Su contribución al mundo en el cual vivimos y la evidencia de que la Isla de Mona es un laboratorio natural reconocido mundialmente. La Isla de Mona posee todos los atributos necesarios para que pueda ser implementada una política pública eficaz, desde sus designaciones oficiales como Monumento Nacional Histórico hasta la naturaleza única del lugar. Sin embargo, la política pública adoptada no ha sido eficaz.
Las actividades recreacionales en la Isla, con un máximo de hasta 200 personas por fin de semana, han propiciado la destrucción del nicho ecológico de cientos de especies que no viven en ninguna otra parte del mundo. No es muy tarde para salvar la Isla de Mona. Su urgencia está predicada en la naturaleza misma, en su valor comparativo, en su área geográfica y vulnerabilidad para ser explotada. Se requiere de una vigilancia rigurosa para detener la inmigración, restituir las áreas perturbadas por introducción de nuevas especies de plantas y animales, instituir un sistema para mantener fuera a las especies extrañas, mejorar los sistemas de agua y basura, limitar el uso de la Isla a uno científico y educativo.
Parte del texto aquí presentado pertenece al Estudio "La arquitectura como parte del Ecosistema: un dialogo armonioso entre la Arquitectura y la Naturaleza del Lugar", Investigación realizada por Gisela E. Báez Toro para su proyecto de Tesis de Diseño para el grado de Maestría en Arquitectura. La información documental fue recopilada en: U.S. Geological Survey-Department of the Interior, la Colección Puertorriqueña de las Bibliotecas de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y Mayaguez y la Biblioteca del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA). Se complementá la información con datos y documentos de colecciones privadas y varias investigaciones de campo.
Investigación: Gisela E. Báez Toro
Director de Tesis: Arq. Humberto Betancourt
Con la colaboración de: Sr. Tony Nieves, Ex-Oficial de Manejo de Isla de Mona Sr. Robert Matos, Director Reservas y Refugios, (DRNA) Cuerpo de Vigilantes Isla de Mona
Fotografía Aérea: Manuel Durán-Durán
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