martes, 21 de septiembre de 2010

La Parrilla, kiosko #2 en Luquillo


Ya lo dijo Ruben Blades, "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida".  Hacía mucho tiempo que no merodeaba por el noreste de esta bendita isla y cual fue mi sorpresa al ver como han cambiado muchos de los kioskos de Luquillo. 

Visité por recomendación de un amigo el kiosko #2 de nombre La Parrilla y encontré un lugar limpio, amplio, bien decorado, fresco, con buen servicio y excelente oferta gastronómica.  Atendido personalmente por su dueño el Chef Ricardo Alvaro.  Llegué temprano, apenas las 11:30am, se preparaban para abrir por lo que tuve que esperar un poco, pero definitivamente que valió la pena.  Además, esperar en una fresca terraza mirando al mar, con la suave brisa y el olor a salitre acariciando tu cara para mi no es molestia, es un placer.

Como verán en las fotos Ricardo se ha esmerado en ofrecer un ambiente agradable extendiéndolo fuera del local manteniendo limpios los alrededores que dan a la playa.  Pero su fuerte esta en el menú.

Me dio trabajo decidirme pues la oferta es variada y tentadora.  Me comentó Ricardo que todo se prepara al momento para ofrecer un almuerzo o cena con ingredientes frescos, caliente y deliciosa.  Acostumbro pedir siempre la especialidad de la casa pero esta vez me deje seducir por unos "Medallones de Cerdo en Glaseado de Vino Tinto y Guayaba".  Hay papá, suena lindo a hasta leerlo.  Así fue, llegó este plato con una generosa ración, muy bien compuesta por dos medallones de cerdo deliciosos, su salsa de vino y guayaba, uff, que cosa rica, espectacular.  Arribó acompañado de arroz mamposteao que se podía comer solo junto a una ensalada fresca de lechuga y repollo con un aliño suave que no molestaba la fiesta de sabores que ya bailaba en mi boca.  Oigan, que no exagero, vean las fotos.

Pero la cosa no acaba aquí, faltaba el postre.  Saben que soy dulcero y si la comida era tan buena había que probar los postres.  Me decidí por un flan de queso con guayaba.  Cuado lo vi llegar me asusté y dije hay mamá, sálvame divina pastora, que rico se ve esto.  Mentira, no estaba rico, estaba delicioso, sabroso, espléndido, era una ricura obscena, algo así, como pecado.  No me importó, ya aquí estaba entregado al desperdicio, miraba para los lados y lo tapaba como para que nadie me pidiera.

Como pueden ver, lo logré, sobrevivi el atracón y hoy lo estoy contando.

Para más información pueden acceder a su página que acompaño al final de la reseña o llamar al 787-889-0590.


http://www.laparrillapr.com/

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