lunes, 20 de octubre de 2008

Prohibido Olvidar

Soy hijo de esta tierra tan hermosa, nací al final de los cincuenta, época difícil para los adultos y convulsa para todos los países del mundo. Recién terminaba la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, donde muchos puertorriqueños murieron en el frente. Comenzaba a gestarse la operación Manos a la Obra que dirigió Luis Muñoz Marín, la misma que llevó al desarrollo de PR de una economía agrícola a una industrial.

Las imágenes que les presento me las enviaron por correo electrónico, desconozco el autor de las mismas por eso no lo nombro. Si alguien lo conoce me gustaría conocerlo o al menos darle el crédito. Me crié en un campo de Naranjito y bien pudimos ser mis amigos y yo modelos de estas estampas. Muchas veces corrimos detrás del camión de caña para sacarle alguna y chupar caña a orillas del camino hasta que solo quedara el bagazo. Para ese tiempo hubiera sido una gran experiencia para un chico curioso ver a este tipo desconocido cargando con esa caja colgada del cuello con la que te tomaría una foto.

Los niños siempre serán un derroche de curiosidad e imaginación. La foto del colmadito me recuerda la tiendita que había al lado de la escuela elemental donde estudiaba. Un día nos fuimos a comprar un chavo de dulces, si, dije dulcessss,( te daban muchos por un chavo ) y acababan de traer del pueblo el pan calientito recién horneado. El olor a pan caliente provoco un cambio de planes, el mas alto de los muchachos, que también era el mas travieso, arrojado y malicioso empezó a sacarle la tripa al pan y a darnos a escondidas del dueño. Dejamos varias libras de pan huecas por dentro. Al parecer nadie se dió cuenta y nos fuimos lo mas felices y campantes, (si claro pepe).

Tan pronto el dueño se percató, se comunicó con nuestros padres por un sistema de comunicación que existía en aquella época que era infalible, mejor que los celulares, los bochincheros. En cuestión de minutos todo el barrio lo sabía, y nuestros padres con una vergüenza que solo se borraba con el gusto de dar un buen ejemplo. Está demás decir que hubo rumba para todos. Cada padre a su estilo, repartió de arroz y masa hasta estar seguros que no volvería a suceder un acontecimiento como ese en su familia. Ese día comprendí que debía jugar al comisario y no al bandido y así terminaron mis aspiraciones de delincuente juvenil, fue debut y despedida. De esta forma recibió mi generación los valores que le agradezco a mis padres me hallan transmitido. Definitivamente eran otros tiempos. No creo el la frase que dice "todo tiempo pasado fue mejor" pero si reconozco que algunas cosas debieron perpetuarse.

A mis padres, reciban de su hijo mi respeto y todo el amor que por ustedes alberga mi agradecido corazón.

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